TU CASA, TU CENTRO DE FELICIDAD

Descubre las técnicas necesarias para cultivar esta sensación en tus espacios.

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María Villegas
Escritora, especialista en Hipnoterapia Clínica
@mariavillegasoficial

La felicidad es ese gran sentido de la vida, ese propósito de la existencia humana que se puede potenciar e impulsar de mil formas y en las distintas áreas de nuestras vidas: el pensamiento, la familia, las relaciones sociales, los hobbies, el manejo del tiempo, la percepción de nuestro entorno, el trabajo, los hábitos, la vitalidad, la actitud ante las circunstancias y nuestra casa, por supuesto, como espacio y eje central de nuestras vidas.

Y no se trata de esperar o pretender que todo sea color de rosa o perfecto. Se trata, más bien, de asegurar esas cápsulas o momentos de felicidad durante el día y de inyectarle pequeñas mejoras a nuestra cotidianidad. Lo que hacemos cada día pesa mucho más que lo que hacemos de vez en cuando. Se trata entonces de encontrar esa felicidad en la vida que ya tenemos: desde nosotros mismos, desde nuestro centro, desde nuestra casa.

¿Qué podemos hacer internamente y desde nuestro espacio para cultivar la felicidad?

  • Como hipnoterapeuta clínica y coach de salud, puedo decir que tal vez el primer paso, y el más importante, es entrenarse para detectar y atrapar los pensamientos negativos que surgen a partir de las distintas situaciones y reemplazarlos inmediata y sistemáticamente por sus opuestos positivos. Muchas veces, lo que nos hace infelices proviene de nosotros mismos. Por tanto, cultivar el amor propio es el mejor abono para una felicidad plena y sostenible.
  • Es innegable que la energía y la vitalidad son fundamentales para sentirnos bien física y mentalmente. Tener energía nos impulsa a hacer cosas que alimentan la felicidad. Busca un espacio en tu casa para moverte. Pon música mientras haces oficio o sencillamente para bailar. Abre las cortinas, ventila tus espacios. Está demostrado que la luz del día estimula la producción de serotonina y dopamina, hormonas responsables de la sensación de felicidad.
  • Ordenar la casa y salir de las acumulaciones, de las cosas inútiles o de lo que no se usa, ayuda a despejar el panorama, a aligerar las tareas y a mejorar el ánimo. Limpiar, purificar y mantener lindos tus espacios, trae montones de beneficios, entre ellos mejorar la calidad del sueño y la concentración, aumentar la productividad. Hacerlo es tan importante como depurar la mente.
  • Elaborar una lista de las cosas por hacer e ir tachando lo logrado, nos estimula. Las tareas pendientes que se posponen nos persiguen, nos hacen sentir intranquilos y hasta culpables, saboteándonos la energía.
  • Mantener relaciones armoniosas crea seres más felices y viceversa. Las personas más felices tienen mejores relaciones y ello impacta los niveles de felicidad en nuestras vidas. Asumamos responsabilidad por nuestra actitud y nuestros pensamientos. Hay que entender que no podemos cambiar a los demás, pero sí trabajar en nosotros mismos y alimentar nuestro amor propio. Entre más contentos estemos con nosotros mismos, mejor nos relacionaremos con los otros. Recordemos que los pequeños detalles que a diario tenemos con esas personas —las sonrisas, las palabras dulces, las pequeñas ayudas, los abrazos y las demostraciones afectivas— pesan infinitamente más que esas cosas grandes que solo hacemos muy de vez en cuando.

 

Así que, valora, agradece, aprecia y disfruta de tus seres queridos, de tu familia y, sobre todo, de tu mamá. Porque las madres son el sinónimo perfecto de la felicidad.

¡Feliz día de las madres!

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